A Alejandra Pizarnik
Porque hablás de canto, infancia, muerte
olvido
la soledad
el miedo amor
lo primitivo
Cada palabra un puente
Y te quedaste en la mitad
no te
saltaste
Vos
la separada
lejos
la ausente
Óyeme
ÓYEME CON LOS OJOS, YA QUE ESTÁN TAN DISTANTE LOS OÍDOS, Y DE AUSENTES ENOJOS EN ECOS, DE MI PLUMA MIS GEMIDOS; Y YA QUE A TI NO LLEGA MI VOZ RUDA, ÓYEME SORDO, PUES ME QUEJO MUDA
Sor Juana Inés de la Cruz.
Sor Juana Inés de la Cruz.
Gritaré con los ojos
Pediré sin sonido
Descifra mi secreto de plagado silencio
Camina el laberinto
Lo profundo en mi, mudo, casi extinto
Desbarata al bufón
Que con risa falaz
Me sobrevive
Mariposa
Belleza en reducción de corto aliento,
ropaje de colores - camufla lo que has sido –
Disfraz que invita olvido a quien desprevenido mira.
Vuelas.
Efímeras tus alas, blandes el aire en tu brevísima ilusión de reina
El tiempo desplomará de un soplo tu corona
Ahora resplandeces.
Nadie te quitará ese trono mientras vivas
porque aunque lo neguemos,
bien sabes de donde es que vienes
Cuando comience el devaneo de lo extinto
cuando perdure un poco de aquel hálito de cielo, de alegría
cuando en letargo comience la caída
y el retorno implacable hacia la tierra
recordarás que alada has sido
Que el gris gusano que aún te habita
te ha precedido.
Tiempo
sombra del sol sobre la tierra
engranaje de números y agujas
hilo de arena entre dos cuencos
cifras para una lógica incorrecta
cristalizar en un objeto
el caprichoso devenir
que en dos sentidos
se proyecta
un segundo será un día si es de urgencia
una hora un siglo en una espera
un recuerdo se signa
en un instante indescifrable
eterno en la abulia y en el tedio
fugitivo en el placer o la alegría
lento o fugaz torna
a expensas de un extraño laberinto:
la memoria