Textos de Osvaldo Sado


Jugaremos

Te cortaré la cabeza. Tú cortarás la mía.

Jugaremos balón en la piscina del vecino ciego.


Será divertido. Él no verá la sangre
El agua es el olvido.



El Vals

1944




Se desliza
danza.

Tiempo de acero
que fue balas de punta hueca
pedazos de carne
a veces
tambores sin parche de hojalata
también.

Suena el vals
el vals llegado del gélido norte.

Baila la dama berlinesa
apretando apasionada al teniente
―quien perdió su brazo en Kiev―,
los valses de Brahms y de Chopin
El lago de los cisnes
recuerdo de Chaikovski.

¿Con que vida sueña la dama
mientras las bombas zumban
corren los trenes a Treblinka
cuerpos podridos
humo de huesos?

Danza el barón de Coblenza
―entre el Mosela y el Rin―
antiguos valses del imperio.

En Munich la noche.
Walter Gieseking
―alemán de Francia―
corre las teclas blancas y negras

Claude Debussy Maurice Ravel.

Tarentelle styrienne,
la Suite bergamasque
le Clair de Lune

la Pavana para una infanta muerta
Jeux d'eau
―cuando suena esta música las mujeres lloran―

Miroirs
―el público alemán se pone de pie
asombro en el teatro―

Gaspard de la nuit
―todos se arrodillan
arriba en las tinieblas
los B 52 arrojan granadas incendiarias.

Le tombeau de Couperin
―Ravel enfermo regresó del frente―

Valses nobles y sentimentales
―hombres y mujeres, lánguidos creyentes
danzan como si habrían de seguir viviendo.
La guerra es broma de mal gusto―
alea iacta est.

El piano de Gieseking toca
os valses de Ravel.

En la estación de München
comunistas
socialistas disidentes religiosos
testigos de Jehová protestantes católicos judíos
grupos antisociales de gitanos
homosexuales discapacitados prostitutas vagabundos
mañana
cuando salga el sol
irán a bailar a Dachau.

Ahora
―sedientos de sed de agua
de incomprensión y ternura―
escuchan al pianista quien toca
los Valses nobles y sentimentales…
―sueñan que son libres
embrujo de la música.

Mañana
―ojalá no existiera―
los hombres y mujeres
morirán por el sarín
despojados de dientes cabellos y joyas.

Los alemanes los franceses
los americanos los ingleses los rusos
―todos los guerreros de mueca exagerada―
defecan orinan copulan
giran giran giran
los cerebros vaciados.

-¿Quién recoge los muertos de la guerra?
¿quién reconoce su estirpe
desquiciada por el fuego?

El vals continúa.

Ritmo ternario
odisea de diez y seis compases.

La muerte sigue la cadencia de tres tiempos.

Plutonio sangre berilio
huesos calcinados.

El vals no se detiene

Buenos Aires, noviembre 2007




Alguna vez la tierra

La tierra se evapora.

Boca abierta de la luna al este

con esperanza de animal mostrenco

contagia la tristeza

la locura en el umbral del viento

y la aurora cortada en pedacitos.

Envejece música el planeta

desconoce lo extraño del olvido.

Negro carcoma miedo hace negra la tierra .

Malicia el terror

la codicia tristeza en la misma tristeza

y sin embargo más allá posible

―fresno hembra─

la estrella de la música ha perdido su andadura.

La tierra se disipa.

Qué es el amor moribunda tierra

de tierra que renace sin amor de tierra

qué odios masturbaron tu conciencia

qué palos no te dieron

que incineran defección y muerte

de terrón antiguo.

Auspicia el ave aquella historia falsa

―cuándo muere el amor

Juliette Binoche no nació todavía.

Cinta Tierra que da vuelta sobre sí misma

es la cara serena

espacio del topos pervertido.

Vibra la impura rosa

―verdusca entera vida―

toma lucidez por su ancha espalda

la dignidad del odio se empecina

―no cede la impresión de que trampeas―

caigo en la oscuridad cuando te miro

mujer de barro triste.

La tierra se enfurece

tierra que entierras maldición y lujo

ocultas maliciosa

tu rostro refringente.

La decadencia urge de extinción la sal cósmica

el grito de rígida estampa iglesia

la ignorancia del león en la meseta tiempo

―sabiduría del árbol―

llave de la ruta al desvarío

impúdico mecenas de la vida.

La tierra se deshace

tierra pequeño grande percibido

―arrecife coral y mortandad

cadena dorsal en el Atlántico

de bordes divergentes

titánica energía tierra―

lluvia ácida plutonio y amianto

bombardeo de oxígeno

desgreñada esfera

lodo radiactivo.

Tierra inmunizada tierra enferma.

Nieve cubre la patria tierra

es el frío para abrigar

la tempestad del sol que huye de la tierra.

Un sonido un piano

secreto de ausencia

pido a cambio la herencia en solitario.

Amo el mal permito redondeces

―aséptica verdad sin ruta fija―

misterio de gladiolo y azucena

perdida en el ramaje de la noche

vejez de la esperanza.

Vuelve a empezar la muerte

la ebriedad de la rabia trepa el cuarto

donde cobijo angustia miedo

femenino inconstante.

No puedes escapar mujer astucia

la ignorancia se oculta de la tarde

donde miras en secreto

la herrumbre de la torre.

La tierra se deshizo

hundió su ser en mi aptitud pregunta.

Estoy perdido pero sé que mueres.

La vastedad parece incertidumbre

que siembra soledad en la torpeza

en el broncíneo despezo vicio

de ciénaga corrupta

serpiente malva sórdida fiera.

Desecho de inocencia.

Desaparece Tierra

infundio calumnia

cuando el mendrugo te quitó del bosque

―banda de Möbius río infinito que se aleja―

el parque de cartón

la góndola los remos

charada que nació en la tripa paja

de la mujer sin senos que mostrarte.

Luz que fosforece verde friso

inútil resurrección soy pobre

puñal de acero bronce

para la muerta Tierra.