Textos de Marcelo Santos

VAGABUNDO


En la soledad de las bocinas
sus ojos devoran
lo que les queda del mundo.
Se somete a la convulsión del tiempo
en el que -amo de su esfinter-
aún desconocía los nombres

aquella promesa de jardín -ahora
juguete olvidado-

ladra
justifica el género
perdió elasticidad la cárcel ósea
cadencia débil
en los barrotes de asfalto
¿Será el iglú inminente un nuevo hogar?

El otoño en sus párpados
deshoja el horizonte
con pasión desdentada

reflejo
vagabundo

vacía su azar
su espejo callejero



VACIO


vacío interior del segundo
vacío mudo de galaxia

Y dentro del segundo
y del vacío
nado

Resuelto a llenarlo con mi sombra

aunque no haya luz

TRÁNSITO


Voy hacia a vos
y al ayer
que en vos
el ayer
que es en vos

TIEMPO



Espora de tiempo. Agazapada la mitosis, como ratón ante el bostezo de su gato diario. ¿Será la extensión? La duda no se adhiere. Disparo, luego el múltiplo. Un jardín de electrones en movimiento espiralado. Lo que habitaba debajo de la piel logra la escama. ¿Quien le presta atención en el verano a tan insignificante universo?

Casi imperceptible nos envuelve el momento. La unidad es ahora el posible torso sobre el espacio en donde rimó la desesperación. Un feto en posición de hombre. Sobrevolaba la aurora su brazo de mármol. Abrió la canción para aferrarse a un sol que no le correspondía, sin reflexión de guantes.

El tiempo adquiere la forma de tiempo. Los relojes son la novedad. Cada minuto se hace opaco. Agiganta su poder sobre el abismo que cuelga de un rostro enceguecido, devorando cada gesto de rechazo a su sombra. Los dedos de nácar se le niegan al dibujo.

Máxima extensión. Galaxia entera de tiempo. ¿Donde La Tierra?. Como todo acto devastador, muy controlado. Ya puede decirse que su tamaño equipara al del recuerdo. Lo alcanza en su recorrido, en su pendiente. Caminan lado a lado, como rieles de un tren cuyo ancho supera ampliamente el de dos grupas de bueyes.

OFICIO



Bajo mis pies
desplomada
la noche

visto
cierto lenguaje
semántica abierta
mi historia
socorre

renazco puerta
un oficio

OCASO



I.

Se apea la montaña
de su ego
como una silenciosa
reacción ante la luz
cretácea


II.

Ensordecedora
describe la luna
su bosque


III.

No hubo oscuridad
en la noche
de los cuellos equinos

brotaba como pastura
una continua
vibración de luz

latían colores
primarios

MURGA



A voces el latido. Un gesto nace arropado en el sudor de la tarde.

Espasmo cóncavo que recrea el vestigio del hombre. Un canon metálico propone la máscara. Sobre las bocas fosilizadas cae el enjambre. Aguijones que asientan su ritmo homocultor.

-Piedra madre, tu diástole roza el alba de la música que, despojada de armonía, recoge el vuelo de unas manos que beben del sudor de la tarde.-

Cerca, una mujer limpia el jugo de una fruta de sus labios. Brillan las lentejuelas bajo la luz de la calle.

ACERCA DE LAS ALAS



Un hombre no debería usar sus alas
para aferrarse al mundo
como muletas
para seguir a pájaros
o ángeles
para creer en el viento

para volar

un hombre
frente al espejo

sus alas
en el espejo

LEGADO



Dejó

su voz
en el espejo

la sonrisa
inflamable
en las hornallas

un osario
sobre la cama

INFANCIA



La víspera del asfalto fue la infancia
contradictorio arrullo,
la pasión de plástico

Un mismo color es vida
y muerte

Avestruz mirada
relucen las rodillas

-hijo no te levantes
tu voz aún no madura

Tu gritos no acarician
la noche-

Luego el exilio
lenta deforestación del verbo,
lenta cárcel

canto abierto
y agorafóbico

EXTIRPACIÓN



Mi imperio,
mi destierro

ciega piedad
arena del desgano,

tu joyas

tu canto atardecido

ESTRATEGA DEL SILENCIO



Dónde estás
estratega del silencio

Acaso tejías tejemos
mi próximo desvelo

La sonrisa
que impregnará
mis paredes

inminencia de aroma
durmamos

CONCEPCION DE LA NOCHE



Declara el crepúsculo
lo concibe
azula su casa y la estrella

oscurecidos los perfumes
desmembran el eco
como pies de mayo

un arroyo
siempre igual en la noche
transita la noche

sonríe el pensador
las ventanas persisten
y los nombres
los días

CAMINO



sobre los bordes deshilachados
de las horas
murmullos de una V
invertida a nuestro paso

promesa abierta

BOSQUE



Uno que yace
otro erecto
por allí cardúmen en tierra
fibra transversal

demasiado árbol
arruina el bosque
-al igual
que el sueño envejecido-

cae otro
brote

ABISMO



como hongos en la muralla
los adioses
acechan

el reloj descansa
-cálido olvido-
rugirá la noche

sobrescrito
un sentimiento erupta
su herrumbre

sobre la mirada
nuevos minutos